martes, 5 de junio de 2018

Metas claras.

Buen día mi amado amigo, mi amada amiga, que la gracia del Padre, el amor del Hijo y la comunión del Santo Espíritu este sobre tu vida, que el Espíritu Santo nos de revelación de la Santa Palabra.

Todos nosotros en la vida nos planteamos diferentes metas, unas a corto y otras a más largo plazo; muchas veces a pesar de las metas perdemos el rumbo porque los planes cambian y cuando menos percatamos se presentan situaciones que derrumban nuestros planes; sin embargo, hay una meta que no debemos perder y es poder llegar a la eternidad y vivir con nuestro Maestro; para ello es necesario que no perdamos de vista lo importante, lo esencial; la Palabra del día de hoy nos habla de donde debemos poner nuestra mirada cada día; te invito a leer conmigo:

Hebreos 12:1-2 (RVR1960)

12  Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, 2 puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.

Cuando miramos los problemas, las tribulaciones o las personas que muchas veces intentan desanimarnos perdemos el norte y nuestras metas se desvanecen; cuando por el contrario ponemos nuestra mirada en Jesucristo y observamos con detenimiento la vida que él llevó y nos dejó como ejemplo, vamos a entender que todo pasa y que las necesidades básicas ya están suplidas; que todo dolor no se compara con lo que él pasó por nosotros en la Cruz del Calvario, que cuando nos intentan lastimar debemos perdonar de corazón para no llevar nosotros la carga del odio o el rencor; en fin, tenemos una meta y él nos muestra cómo lograrlo.

En este día no pongas tu mirada en las personas; ponla en Jesucristo y verás cómo tu caminar cambia; te invito a que juntos nos presentemos delante del Trono de nuestro Padre en oración: amado y glorioso Señor, gracias porque cada día nos permites crecer para parecernos más a tu Hijo; gracias porque nos muestras el camino a una vida de paz junto a ti; ayúdanos, en el nombre de tu Hijo te lo pedimos, a ser hacedores de tu Palabra y ser lumbrera en la oscuridad tal como tu Hijo lo fue, ayúdanos a amarnos como tu Hijo lo hizo; a ser obedientes como el Maestro lo fue; en fin, a poner nuestra mirada en él cada día; amén.

Pido al Padre que este hermoso martes seas colmado de bendición y paz y que el Ángel de Jehová acampe alrededor tuyo y de tus seres amados.

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