sábado, 21 de abril de 2018

Limitaciones.



Buen día mi amado amigo, mi amada amiga, que la gracia del Padre, el amor del Hijo y la comunión del Santo Espíritu este sobre tu vida, que el Espíritu Santo nos de revelación de la Santa Palabra.

¿Qué te limita? ¿Qué impide tu crecimiento? Existen muchos factores que desean limitarte y debemos aprender a luchar para lograr la victoria en nuestras vidas; la porción del Pan Diario del día de hoy la hemos visto muchas veces pero deseo que la veamos nuevamente, te invito a leer conmigo:

Josué 1:9 (DHH)

9 Yo soy quien te manda que tengas valor y firmeza. No tengas miedo ni te desanimes porque yo, tu Señor y Dios, estaré contigo dondequiera que vayas.»

Es indudable que la mayor limitación que tenemos es que somos muchas veces nos atemorizamos frente a la adversidad; cuando enfrentamos un reto el temor nos paraliza y si le damos lugar a ese temor entonces nace una barrera imposible de romper en nuestras mentes porque luego viene el desánimo, luego del desánimo nace la apatía que hace que no nos interese nada ni nadie; ese ciclo es sumamente difícil de vencer porque es una lucha interna en la que deseamos justificarnos con frases como: “solo yo sé lo que es pasar por esto”; “nadie me comprende porque no están en mis zapatos”;  “para los demás es fácil porque poseen mejores recursos”; en fin, tratamos de justificarnos para no actuar.

Hoy te digo, con todo el amor de Cristo, no te quedes en el estado de dolor o desesperación; busca en Dios la salida a toda dificultad y permite que el Señor libre tus peores batallas; recuerda que una de las más grandes limitantes es no confiar en Dios y darle el control; si hoy no has puesto esa situación difícil en las manos del Señor entonces iniciemos pidiendo al Señor sabiduría y fortaleza para tomar las decisiones adecuadas; te invito a que oremos juntos: amado Padre de todo poder, sé que tú eres poderoso para darme la victoria frente a toda situación; sé que muchas veces he sido cobarde porque el temor, la angustia, la desesperación ha dominado mi mente y me he paralizado frente a la adversidad; por eso, amado Padre, en el nombre de tu amado Hijo te pido que me ayudes a ser valiente y esforzado y no dejarme llevar por lo que mis ojos ven o mis oídos oyen sino a confiar en tu Palabra, amén.

Pido al Padre que este hermoso sábado seas colmado de bendición y paz y que todo lo que hagas sea grandemente prosperado en Cristo Jesús.

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