miércoles, 4 de julio de 2018

Plena convicción.

Buen día mi amado amigo, mi amada amiga, que la gracia del Padre, el amor del Hijo y la comunión del Santo Espíritu este sobre tu vida, que el Espíritu Santo nos de revelación de la Santa Palabra.

Cuando iniciamos escudriñando la Palabra es importante que entendamos los conceptos más fundamentales para comprender lo que el Padre demanda de nosotros; la porción del Pan diario del día de hoy nos habla de que es la fe a la luz de la Escritura; te invito a leer conmigo:

Hebreos 11:1 (DHH)

11 Tener fe es tener la plena seguridad de recibir lo que se espera; es estar convencidos de la realidad de cosas que no vemos.

Tener plena seguridad, estar completamente convencidos, esa es la fe; la fe es tener certeza de que Dios opera en nuestras vidas a través del Espíritu Santo; la fe es estar cimentados en la Palabra y creer todo lo que en ella está; la fe es creer que Jesucristo es el Hijo de Dios y que está sentado a la diestra del Padre luego se ser glorificado; tener fe es creer completamente en que el Espíritu Santo habita en nosotros y, aun cuando no le podemos ver con nuestros ojos carnales, podemos sentir su consuelo, fortaleza; tener fe es saber y entender que somos hechos hijos e hijas de Dios por medio del sacrificio de Jesucristo.

La fe es fundamental porque ponemos nuestra confianza en el Altísimo, ponemos nuestra vida en las manos del Invisible; doblegamos nuestra voluntad al único y sabio Dios; mi amado amigo, tener fe es difícil humanamente hablando, porque siempre necesitamos ver con nuestros ojos carnales y es con nuestros ojos espirituales que debemos movernos por este mundo.

La fe es certeza, es convicción; depende de nosotros tenerla porque el Padre nos da el medio para poder adquirirla y solo debemos hacer lo que Él nos demanda para crecer en fe; ese punto me encantaría que lo veamos el día de mañana Dios mediante; por ahora te invito a orar: amado y poderoso Señor; sabemos que eres bueno y tu misericordia se extiende sobre nosotros a cada instante; perdona nuestra incredulidad porque muchas veces nos dejamos llevar por lo que nuestros ojos ven y nos olvidamos que tu eres eterno y soberano; que tienes los mejores planes para cada uno de nosotros; perdónanos, en el nombre de tu Hijo, y ayúdanos a crecer cada día en el conocimiento  gracia tuyo; amén.

Pido al Padre que este hermoso miércoles seas colmado de las mas abundantes bendiciones del Señor y que seas cubierto bajo la sombra del Omnipotente.

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