viernes, 6 de julio de 2018

Fuente inagotable.

Buen día mi amado amigo, mi amada amiga, que la gracia del Padre, el amor del Hijo y la comunión del Santo Espíritu este sobre tu vida, que el Espíritu Santo nos de revelación de la Santa Palabra.

Cuando tenemos un estilo de vida basado en la fe contamos inmediatamente con un recurso que es incomprensible para muchos; ese recurso es la fuente inagotable de vida; esa fuente que nunca se seca; la porción del Pan diario del día de hoy nos habla de esa poderosa fuente; te invito a leer conmigo:

Juan 7:37-39 (RVR1960)

37 En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. 38 El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. 39 Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.

La fe nos permite ser dirigidos por el poder del Espíritu Santo de Dios; la tercera persona de la Trinidad que nos convence cada día de pecado, justicia y juicio; la persona encargada de darnos consuelo cuando nos sentimos deprimidos; quien nos da fortaleza en medio de la batalla y nos guía para seguir el Camino; el Espíritu Santo.

Se que para el mundo es locura hablar de ser dirigidos por el Espíritu; esto porque el mundo necesita ver para creer pero nosotros creemos para ver; para el mundo es locura creer en alguien con amor eterno e incondicional; para el mundo es locura poder la mirada en lo eterno porque prefiere vivir el día a día; nosotros vivimos por fe, vemos lo eterno y somos dirigidos hacia allá por el Espíritu; amamos a los demás aun cuando nos odien; debemos ser obedientes a la Palabra aun cuando no entendamos lo que en ella se nos demanda; esa mi amad@ amig@ es la fe que nos brinda la fuente inagotable.

Si deseas recibir esa fuente inagotable solo debes entregar tu vida al Señor; debes creer que Él te puede ayudar y verás como suceden en tu vida cambios que nunca pensaste que podrían llegar; te invito a que juntos oremos: amado Padre de todo amor; gracias porque me das la oportunidad de gozarme y vivir en paz; gracias porque pagaste el precio en la Cruz para liberarme del pecado y de la muerte; acepto que Jesucristo es mi Señor y te pido que me ayudes cada día a ser mejor y seguir tus mandatos; en el nombre de tu amado Hijo te doy las gracias por enviar a tu Santo Espíritu sobre mi para guiarme en todos los aspectos de mi vida; amén.

Pido al Padre que este hermoso viernes seas colmado de bendición y paz y que siempre seas guardado de todo mal.

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