viernes, 27 de julio de 2018

Malagradecidos.

Buen día mi amado amigo, mi amada amiga, que la gracia del Padre, el amor del Hijo y la comunión del Santo Espíritu este sobre tu vida, que el Espíritu Santo nos de revelación de la Santa Palabra.

Sabes mi amado amigo, muchas veces somos grandemente bendecidos por el Padre y sin embargo somos malagradecidos con las bendiciones que nos da; esas bendiciones pueden ser físicas, económicas, familiares…en fin, el Padre nos bendice de muchas maneras y muchas veces no cuidamos esas grandes bendiciones; la porción del Pan diario del día de hoy nos relata algo que muchas veces nosotros hacemos y no nos damos cuenta; te invito a leer conmigo:

Mateo 26:14-16 (DHH)

14 Uno de los doce discípulos, el que se llamaba Judas Iscariote, fue a ver a los jefes de los sacerdotes 15 y les dijo: —¿Cuánto me quieren dar, y yo les entrego a Jesús? Ellos le pagaron treinta monedas de plata. 16 Y desde entonces Judas anduvo buscando el momento más oportuno para entregarles a Jesús.

Muchas veces menospreciamos la presencia de Dios en nuestras vidas; al igual que Judas muchas veces se vende la comunión con el Padre por medio del Espíritu Santo por momentos de placer, por cosas materiales que luego dejaremos acá en la tierra; en fin, muchas veces no valoramos tener al mismo Dios en nuestra vida y lo cambiamos por cosas que no edifican.

Este pasaje nos da muchas enseñanzas, una de ellas es que muchas veces en nuestro corazón tenemos un vacío que intentamos llenar con cosas materiales, fama, fortuna o poder y luego, al igual que el apóstol, lamentamos haber decidido sacar a Dios de nuestra vida para dar cabida a las cosas terrenas que el enemigo nos ofrece.

Si el Señor te ha bendecido con una familia entonces valora y cuida lo que tienes, si tienes un trabajo aprécialo y dale gracias al Señor cada día por él; aprende a valorar lo que Dios te da y verás como vivirás una vida de paz y gozo disfrutado cada minuto que el Padre te regala.

Oremos: amado Padre gracias por cada bendición que traes a mi vida; gracias porque has derramado de tu Santo Espíritu en mí; perdóname si he menospreciado ese gran regalo y me he desviado de tu propósito, lléname cada día más de tu presencia para poder ser agradecido con lo que me das; en el nombre de tu amado Hijo te pido que guíes mi mente y mi corazón y que limpies de mi todo aquello que no te sea agradable, amén.

Pido al Padre que este hermoso viernes seas guardado bajo las poderosas alas del Padre y que siempre seas bendecido en todo lo que hagas; que tengas un hermoso día junto a tus seres amados.

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