jueves, 29 de marzo de 2018

Dolor.

Dolor.

Buen día mi amado amigo, mi amada amiga, que la gracia del Padre, el amor del Hijo y la comunión del Santo Espíritu este sobre tu vida, que el Espíritu Santo nos de revelación de la Santa Palabra.

¿Te imaginas saber el futuro y que ese futuro este lleno de dolor, soledad y angustia? ¿Creo que cualquiera de nosotros se deprimiría y trataría de evitar ese futuro no es así?; la porción del Pan Diario del día de hoy habla sobre lo que le aconteció al Maestro en un momento de su vida, te invito a leer conmigo:

Lucas 22:41-44 (DHH)

41 Se alejó de ellos como a la distancia de un tiro de piedra, y se puso de rodillas para orar. 42 Dijo: «Padre, si quieres, líbrame de este trago amargo; pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya.»

43 En esto se le apareció un ángel del cielo, para darle fuerzas. 44 En medio de su gran sufrimiento, Jesús oraba aún más intensamente, y el sudor le caía a tierra como grandes gotas de sangre.

No puedo siquiera imaginar lo que Cristo padeció en ese momento, no puedo imaginar la lucha entre querer vivir, no sufrir y escapar y el hacer la voluntad del Padre y darse en sacrificio por nosotros para quitar la muerte y el pecado de nosotros, personas malagradecidas que muchas veces lo rechazamos, muchas veces nos burlamos y no vemos el momento hermoso en que fuimos comprados como un momento memorable.

Cuando pienso en el sacrificio que hizo Cristo imagino el dolor que Él sufrió antes de la crucifixión, ese momento de batalla entre su cuerpo y el Espíritu, entre lo que debía y lo que quería; esa lucha intensa se reflejó en las gotas de sudor que parecían gotas de sangre; cuando nos encontramos en esos momentos de lucha y recurrimos al Padre en oración podemos recibir la fortaleza que necesitamos por medio del ministerio angelical, por medio del Espíritu Santo y así hacer la voluntad de nuestro Padre.

Mi consejo para ti en este día: ora al Padre cuando estés en tribulación, recuéstate en su regazo y llora delante de Él, verás que recibes la paz que tanto necesitas.

Te invito a que juntos nos presentemos delante del Trono de Misericordia: amado Padre de todo poder, te damos infinitas gracias porque nos compraste a precio de Sangre, esa sangre carmesí en la que encontramos sanidad y liberación; en este día buscamos tu presencia porque estamos pasando momentos de dolor constantemente y sabemos que solo en Ti podemos encontrar consuelo; ayúdanos a hacer tu voluntad cada día; que todo lo que hagamos sea guiado por tu Santo Espíritu, fortalécenos cada día, en el nombre de Jesús te lo pedimos, amén.

Pido al Padre que, sin importar cuán grande te parezca tu problema, seas fortalecido por el Espíritu Santo en este día y que las más ricas bendiciones de paz, gozo y salud sean sobre ti y tus seres amados. Bendecido jueves.

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